
Las vacas andan sueltas por el pueblo, metiendose en los jardines y comiendo las flores. Los niños las corren y les gritan para echarlas. Aunque ellas no se inmutan demasiado.

Los atardeceres se llenan de colores y se escucha el chapoteo de algún animal en el agua. El aire es suave y cálido a pesar de ser invierno. Cuando baja el sol, nos reunimos alrededor de la chimenea y esperamos con un gin tonic que nos llamen a cenar. Eso es muuuy relajante!
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